Sororidad
Adélaïde Labille-Guiard. Autorretrato con dos alumnas, 1785
Metropolitan Museum, Nueva York
Adélaïde Labille-Guiard. Autorretrato con dos alumnas, 1785
Metropolitan Museum, Nueva York
¿No paras de escuchar que la palabra Sororidad es rara? ¿Qué es una modernez absurda? Sigue leyendo, porque vamos a intentar hacer un repaso de sus significados partiendo de una pintura que tiene más de 200 años. ¡Directos al rococó!
La pintura en cuestión es Autorretrato con dos alumnas de la pintora francesa Adélaïde Labille-Guiard. Y las alumnas también tienen nombre: Marie Gabrielle Capet y Marie Marguerite Carreaux de Rosemond. Sin duda el cuadro encierra un fuerte significado político y toda una declaración de intenciones: una profesora con sus alumnas en pleno ejercicio de su oficio. Desde luego no es una representación pasiva de la belleza sino una reivindicación colectiva de su posición.
Porque la sororidad, que proviene del latín («sor-oris») y significa “fraternidad entre hermanas”, tiene dos dimensiones: por un lado, es una rebelión contra los prejuicios asociados a la relación entre mujeres; por otro, es un llamamiento a unirnos, a ser compañeras por el hecho de pertenecer a un mismo gremio que sufre las mismas opresiones.
Porque este sentimiento de fraternidad ha existido en muchos momentos de la historia y en ámbitos diferentes, como cuenta la veterinaria y escritora María Sánchez en “Tierra de Mujeres” que reivindica a las mujeres del campo, -pastoras, ganaderas, agricultoras-, que llenaban también las cocinas de las casas, que cruzaban las calles de los pueblos con ollas calientes para sus vecinas en la más primaria y pura forma de sororidad. El término, como lo conocemos ahora, surge de la escritora estadounidense Kate Millet quien acuñó “sisterhood” en los años setenta y parece que desde entonces no ha parado de coger fuerza.
¿Es posible aprender sororidad? Quizá sea más fácil definir lo que no es… Lo que está claro es que Adélaïde Labille-Guiard sabía de ésto. En 1783 recibe la sorpresa de su vida cuando la Real Academia de Pintura y Escultura de Francia la acepta como miembro junto a otras tres mujeres, incluida la famosa pintora Vigée-Le Brun. Los académicos varones, nerviosos y agobiados por su posición, presionan para que compitan. Ellas, mientras, se ríen de la ridícula competencia y se retratan junto a sus compañeras. ¡Sororidad ilustrada!