Selfies

John William Waterhouse. Eco y Narciso, 1903.

Walker Art Gallery, Liverpool.

El director de la galería Saatchi afirma que «los selfies no son un autorretrato en la manera en que lo es uno de Rembrandt. Él parece tratar de llegar al fondo de lo que lo hace ser humano mientras que la mayoría de los selfies son construcciones; tienen más que ver con cómo queremos que el mundo nos vea, nuestro estilo de vida y nuestro entorno, que con cómo somos»

 

¿Es el selfie una obsesión contemporánea? ¿Estamos enamorados de nuestra propia imagen?.

 

La versión helénica del mito de Narciso quizá nos da alguna pista. Narciso era hermoso, codiciado por hombres y mujeres, aunque él no estaba interesado en nadie y rechazaba a todos sus pretendientes. Uno de ellos se suicida en el umbral de su casa mientras les ruega a los dioses que le hagan sentir el dolor del amor no correspondido. Así pues un día Narciso ve su reflejo en el agua y Némesis, diosa de la venganza, hace que se enamore de su imagen. En su desesperación por besarse cae al agua y muere ahogado.

 

Algunos artistas demostraron su pericia técnica para conseguir más encargos a través de sus retratos hechos con espejos. Detrás de esas imágenes se esconden claras intenciones de proyección personal y profesional.  

 

Y es que el espejo y su reflejo, símbolo de la vanidad que lleva a la muerte a Narciso, quizá sea un elemento clave que conecta los mejores autorretratos de la historia del arte con los millones de selfies que producimos a lo largo del día. Retratos de caras y caras en solo un click.

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