Miradas

[1] Alberto Durero. Autorretrato, 1498

Museo Nacional del Prado, Madrid. 

 

[2] Lucien Freud. Reflejo con dos niños (Autorretrato), 1985

Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

“Los autorretratos poseen una belleza que no es la de la hermosura, sino la de la perspectiva psicológica del retratado. Es una presentación de la personalidad y de la vanidad del individuo”

 

Francisco Calvo Serraller

 

A lo largo de la historia, muchos pintores se han retratado a sí mismos con el fin de que su imagen ganará al tiempo y quedara para la posteridad; un deseo de trascender casi narcisista. Otros han querido reflejar algún estado de ánimo, idea o pensamiento.

 

En este flechazo forzamos un encuentro imaginario cruzando la mirada de dos pintores gigantes: Alberto Durero y Lucien Freud.

 

Durero, vestido a la italiana con jubón, capa, cadena y guantes, busca los ojos de Freud. Parece mirarlo directamente para explicarle que no es un artesano, sino un artista. Su mirada es orgullosa e incluso desafiante. Sus ojos nos hablan de su empeño por hacer de la pintura la cumbre de las artes liberales.

 

Para llegar a los ojos de Lucien Freud hay que recorrer el cuadro de abajo arriba hasta toparnos con su rostro. Freud nos mira sin complejos. Su cuerpo y su mirada hablan del esfuerzo que supone para un pintor representarse a través del espejo, el examen incómodo de enfrentarse a uno mismo.

 

Es imposible olvidar la mirada de estos dos pintores que se autorretrataron para reafirmarse ante la sociedad y atestiguar el paso del tiempo.

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Flechazo