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Flechazo

El arte de viajar

[1] Jean-Baptiste-Camille Corot. La promenade du Poussin: Campagne romaine, 1826-1828.

Musée du Louvre, París.

 

[2] Diego de Velázquez. Vista del jardín de la Villa Medici en Roma, hacia 1630.

Museo Nacional del Prado, Madrid.

“El viaje muestra nuestra propia complejidad. Parece un asunto trivial, pero no lo es. En él se encierra nuestra búsqueda cotidiana de la felicidad’.

 

Alain de Bottom. El arte de viajar. 

 

Desde principios del siglo XVI, muchos artistas europeos aspiraban a viajar a Italia para conocer en primera persona las fuentes del nuevo arte que se estaba desarrollando en diferentes puntos de la península itálica y para estudiar las obras del arte antiguo que inspiraban esta renovación. Un viaje que cambiaría la trayectoria formativa, profesional y vivencial de muchos de ellos.

 

Roma era la parada clave de este periplo formativo donde los pintores esperaban sumergirse en el debate intelectual de la artes mientras buscaban una mirada italiana que llevarse de vuelta a sus lugares de origen. 

 

Corot fue un viajero incansable que recorrió toda Francia y fue el último en entender que Italia era una ciudad importante en la formación de un artista. La luz meridional de la campiña romana durante su viaje entre 1822 y 1825 será un tema recurrente en sus pinturas donde se percibe la frescura del aire y la atmósfera se convierte en el asunto protagonista. 

 

Su concepto de paisaje es clásico, mira a Poussin, el gran pintor francés del siglo XVII. Por eso este delicado esbozo es un homenaje al maestro de la luz romana que le precedió. Una pintura que recuerda los pasos de Poussin por Roma, donde vivió la mayor parte de su vida y a la que le dedicó buena parte de sus producción pictórica. 

 

Felipe IV autoriza a Velázquez a viajar por estudios a Italia desde 1629 hasta 1631. Será en Roma donde pinte en 1630 uno de los paisajes que más han influido en el arte occidental: Vista del jardín de la Villa Medici en Roma.

 

Sin una excusa narrativa que justifique esta pintura, Velazquez pinta lo que le apetece, sin miedo y sin complejos. La luz y el aire, como en el paisaje de Corot, son los protagonistas de esta obra maestra donde parece que el pintor sevillano quiere plasmar un momento concreto para siempre. ¡Y lo consiguió!