Consumismo
Ernst Ludwig Kirchner. Calle. Berlín, 1913
Museum of Modern Art, Nueva York
Ernst Ludwig Kirchner. Calle. Berlín, 1913
Museum of Modern Art, Nueva York
1913. Una calle de Berlín. El escenario perfecto para ver y ser visto. La gente pasea, se para en las tiendas y compra. Estas escenas callejeras pintadas por el artista alemán Ernst Ludwig Kirchner representan el trajín de la vida urbana y sus costumbres sociales donde la actividad principal parece consistir en consumir sin freno. ¿Os suena de algo?
Nuestras ciudades, conformadas a través de escaparates, luz y ruido, representan el escenario perfecto del consumismo moderno, donde los deseos de los ciudadanos son satisfechos a todas horas del día y de la noche.
Precisamente el hombre de la pintura se para frente a un escaparate, elemento que simboliza la ciudad capitalista. Franz Hessel, el escritor y paseante berlinés por antonomasia, no pudo expresar mejor esta metáfora: “A lo largo de la calle Seydel se ven fantasmas en los escaparates, las muñecas de las fábricas de bustos y cabezas de cera […] portando camisas, vestidos, abrigos y sombreros. ¡Qué interesante es ver las cabezas de cera de los maniquíes! Con sus bocas puntiagudas te provocan, de sus pequeños ojos sale una mirada que parece gotear como si de veneno se tratara”.
El cine de la época también mostró este impulso consumista urbano como en Berlín, sinfonía de una gran ciudad dirigida por Walter Ruttmann en 1927 o en la película experimental de 1930 Noches eléctricas de Eugène Deslaw. Ambas reflejan el desafío de la sociedad moderna contra la escasez y la oscuridad a la vez que representa sus consecuencias: la deshumanización del deseo y mercantilización de la ciudad.
En estas fechas, más que nunca, quizá sea el momento de preguntarnos quiénes son los protagonistas de nuestra ciudad: ¿nosotros o los maniquíes?