Azul

[1] Yves Klein. Anthropométrie sans titre (ant 84), 1960

MAMAC; Niza

 

[2] Rogier Van der Weyden. El Descendimiento, a. 1443

Museo Nacional del Prado; Madrid

“El azul es el color del ensueño, el color del Arte, un color helénico y homérico, color oceánico y firmamental”

Rubén Darío

 

Desde la década de 1940, el artista francés Yves Klein se interesó por los colores puros y comenzó a trabajar con ellos. En 1956 inauguró en París la exposición Yves: propositions monochromes, una serie de piezas monocromas en las que las texturas eran el único factor diferenciador entre ellas.

 

Su investigación sobre el color le condujo a la creación de un color propio, el IKB (International Klein Blue), un penetrante azul ultramar que inventó con ayuda de un amigo químico, patentó y convirtió en su marca característica a partir de aquel momento. Con este color el artista invita al espectador a sumergirse en el infinito azul del cielo y el mar y experimentar lo inmaterial, lo ideal y abstracto de la naturaleza.

 

Antropométrie sans titre (ant 84) forma parte de una de sus series más conocidas en las que el artista ya había abandonado el formato bidimensional y practicaba la técnica denominada pinceau vivant (pincel vivo) para hacer algunas series en azul, donde los cuerpos desnudos y embadurnados de pintura de las modelos se retorcían sobre el lienzo para dejar su huella, mientras él, generalmente vestido de riguroso traje, dirigía el “trazo”.

 

Esta forma de pintura viva y azul, alejada de las convenciones visuales tradicionales y cercana al espectáculo, nos empuja directamente a los pies de otra imagen, esta vez enmarcada entre tracerías góticas, donde la Virgen María vestida de un azul lapislázuli intenso, protagoniza un espectáculo de signo muy distinto: el de la muerte de su hijo.

 

El Descendimiento de Roger Van der Weyden es una de las obras más elaboradas y cuidadas de la pintura flamenca del siglo XV. En ella, la mater dolorosa que llora a su hijo se desploma sobre el suelo. Pero no lo hace desnuda como las modelos de Yves Klein,  sino que se desmaya cubierta de un azul nunca visto antes, más parecido a una llama de fuego azul que a una lámina de pintura.

 

Este azul único, que inunda el centro del cuadro, simboliza la pureza de María, nos recuerda su condición divina y tiñe de tristeza y dignidad la escena.

 

Después de un rato hipnotizados por dos de los azules más intensos de la Historia del Arte, es inevitable preguntarse, ¿por qué nos atrae tanto este color?

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